En sequedales muertos, grises y polvorientos
yace desalentado, fijado en el ayer,
rastreando los caminos del agrio sufrimiento
que le llevan al fuego de su hondo dolor.
El tiempo avanza lento para aquel prisionero,
pensando que su vida no puede rehacer,
escucha los barrotes del vigoroso acero
que gritan constante su pena, dictada ayer.
Como si no viviera, le invade el desaliento;
muere, sin hacer nada, quiere ser infeliz,
sumar otra pena a la que ya se le ha impuesto.
Se esmera como un contratado, en sufrir,
cierra sus ojos, llora, a morir está dispuesto,
no quiere entender, que vale la pena vivir.
Un gran mensaje... es posible entenderlo desde afuera, es difícil asimilarlo cuando se esta enfermo de tristeza... Siento que tu poesía aporta mucho a un mundo mejor, cada verso, una lección de vida. Gracias por compartir tu talento.
ResponderEliminarGracias mi amada Silueta por tus hermosos comentarios, recibe un fuerte abrazo.
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