Nunca dejo de sorprenderme...
Hoy me fue permitido regresar
a los lugares, caminos y gentes
que llegaron y de mi vida se marcharon.
Vi con cuántas lágrimas regué esos
caminos,
cuántas penas coseché de quienes amé
y que en su corazón me negaron asilo.
Hoy, al contemplar con la frialdad
que la distancia suele otorgar,
no puedo más que dar gracias al Cielo,
porque aunque entonces no entendí,
me libró de un porvenir funesto.
La Providencia me regaló el hoy
con el que soy feliz.